La botella Nº 53: la verdadera historia de la osa que inspiró Winnie the Pooh

https://i0.wp.com/ichef-1.bbci.co.uk/news/ws/660/amz/worldservice/live/assets/images/2015/11/09/151109191427_winnie_pooh_real_624x351_lindsaymattick_nocredit.jpg
El capitán del Cuerpo de Veterinaria del Ejército Canadiense Harry Colebourn con la osita Winnie

Supongo es algo personal, pero el ambiente informativo de los últimos días me produce tristeza. El circo mediático de la compaña electoral carece de sentido para mí. ¿Acaso alguien en su sano juicio puede cambiar su voto viendo a los políticos jugando al domino, bailando, comiendo o besando a sus parejas afortunadas en su mayor o menor medida? Ya no basta con ‘selfies’ y lanzar ‘hashtags’, ahora lo más “cool” es “wasapear” con el súbdito pueblo. Un nuevo canal para la vieja agitación y propaganda. Algún día el mundo comprenderá que el voto se decide mucho antes de las payasadas electorales. Menos mal que el espectáculo con evidentes carencias de habilidades proclamadas como decisivas terminará pronto. Para el entretenimiento del público a partir de ahora se reserva también el shopping navideño, la lotería y comilonas acompañadas de laxantes y pastillas gastrointestinales.

Y si la actualidad política interna, que abraca desde la gestión local hasta las esferas más altas del estado roza la estupidez, los medios internacionales se centran en las nuevas matanzas, el auge del odio, propagación del miedo y suenan tambores de varias guerras, “hibridas”, “quirúrgicas”, “otomanas” y “africanas”. Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante las guerras y después de las cacerías decía Otto Von Bismarck. Así que para introducir un poco de variedad y desconectar del frenesí histérico, voy a contaros la verdadera historia de la osa que inspiró Winnie the Pooh y Christopher Robin.

Hay historias que se mueven con el mundo, otras hacen que el mundo se mueva. Winnie the Pooh es uno de los personajes más conocidos en la literatura infantil, lo que pocos saben es que la inspiración de la popular obra de Alan Alexander Milne era en realidad una osa proveniente de Canadá, donada por el capitán del Cuerpo de Veterinaria del Ejército Canadiense al Zoológico de Londres.

Era un frio día de diciembre de 1914. La ciudad de Winnipeg (Canadá) amaneció pendiente de las últimas noticias desde la frente de la Primera Guerra Mundial. Aunque ningún hombre es tan tonto para desear conflictos, las guerras ocurren cada cierto tiempo obligando a los padres llevar a sus hijos a la tumba. Uno de estos hijos era el capitán del Cuerpo de Veterinaria del Ejército Canadiense Harry Colebourn. Él era el responsable de cuidar de la mascota de su destacamento militar que era una pequeña osa originaria de su ciudad natal y por eso llamada de forma simplificada Winnie. Encontrado en el bosque moribundo y salvado de la muerte segura, el cachorro se convirtió en una hermosa hembra, el ángel de la guarda de los soldados. Nadie querría separarse de ella.

La osita llevaba viviendo con los soldados canadienses alrededor de cuatro meses cuando el capitán Colebourn fue informado que debía ir a combatir en Francia. Harry consideró que la travesía no iba a ser segura para la osa, por lo que decidió llevarla al Zoológico de Londres, la ruta al frente francés pasaba por una parada en Inglaterra.

El destacamento canadiense atravesó el Atlántico con una osa, esquivando en dos ocasiones la caza de los submarinos alemanes, los lobos mortales de las gélidas aguas que separaban en el continente americano del europeo. En agosto de 1914, una flotilla de diez submarinos zarpó de su base de Heligoland para atacar buques de guerra de la Real Armada Británica en el Mar del Norte, siendo la primera patrulla submarina de la historia. Su objetivo era hundir los buques insignia de la flota del Reino Unido y de sus aliados para reducir así la superioridad numérica que la gran flota británica tenía en comparación con la Flota de Alta Mar alemana. Los soldados canadienses se convencieron una vez más que su osita les salvaba de la muerte y tenían la intención de llevar a Winnie a casa con al final de la guerra. Pero la guerra duró mucho más de lo que ellos se podían imaginar entonces. Y murió muchísimo más gente de lo que uno podría esperar.

Afortunadamente el capitán Harry Colebourn sobrevivió a las batallas. Cuando el conflicto acabó, creo que él debía de llevarse a la osita de vuelta a casa a Canadá. Pero se dio cuenta que ella ya tenía un nuevo hogar en el Zoológico de Londres. Fue cuando Winnie estaba en el Zoológico de Londres que conoció a Christopher Robin, el niño que se hizo famoso a través del libro de Alan Alexander Milne. Christopher Robin tenía un oso de peluche y le cambió el nombre que tenía por el de Winnie. El escritor Alan Alexander Milne se inspiró al ver al niño jugando con su osito.

Winnie estuvo aproximadamente 20 años en el Zoológico de Londres. Durante ese tiempo, gozó de gran popularidad entre los visitantes. Se escribieron muchos artículos acerca de lo amigable y bien entrenada que estaba la osita. Dejaba que los niños se le acercaran y hacía trucos para ellos. Fue una atracción muy popular durante muchos años. Para Milne la amistad entre Winnie y Christopher Robin fue real. Christopher podía acceder a ella, era casi una mascota. Aparentaba ser una amistad verdadera y única.

Desde entonces y durante varias décadas posteriores a la historia ocurrida en el Zoo de Londres, los niños de todo el mundo se enamoran de Winnie the Pooh y piden a sus padres una mascota igual. El Winnie habla 84 idiomas y es una de las mascotas más famosa del mundo.

Si hay algo que he aprendido de esta historia, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos. Y la verdadera amistad resplandece cuando aún más cuando el mundo se está oscurecido…

Deja un comentario